Cuando el amor no es suficiente. Niños (Parte 2)

Si la ruptura de una pareja es algo ya de por sí doloroso, con niños, este proceso se torna más complejo, ya que hay un elemento común que ambas partes de la pareja continúan amando y, es más complicado aprender a separar vivencias y sentimientos de pareja de los sentimientos como familia.

La pareja se rompe, sí; Pero no la familia. Los hijos, "son para toda la vida", somos padres para siempre (sin necesidad de pasar por juzgado o vicaria) y ellos también necesitan hacer su duelo, su proceso de transición acompañados de ambos padres. En ocasiones en terapia infantil se ve reflejado en los niños ese sufrimiento. Los padres deci
den finalizar y rehacen su vida, pero los niños deben acogerse a las nuevas pautas y los ritmos que marcan sus progenitores. Como adultos debemos entender que este proceso en los niños suele ser más lento ya que pierden su centro de seguridad y confort, sin llegar a entender qué ha pasado y en ocasiones sintiéndose culpables de la ruptura o manipulados como arma arrojadiza.



Cuando el amor no es suficiente y se rompe la pareja, es el tiempo seguir Amando, de otra manera diferente. Como padres y madres debemos seguir atendiendo y entendiendo a nuestros hijos como una familia. Por mucho que nos queramos alejar de nuestra pareja (siempre entendiendo desde una relación no dañina) es el padre/madre de nuestros hijos y como padres debemos actuar en acuerdo y consonancia por el bien de los menores.

En la separación seguimos siento padres y como tal es nuestra responsabilidad trabajar en equipo por el bienestar de nuestros hijos.



¿Cómo  podemos ayudar a nuestros hijos?


Por lo general, los niños captan todo lo que está ocurriendo en el ambiente familiar, por lo que es beneficioso a determinadas edades poder hablar con ellos, a su nivel, de lo que está pasando en casa. Se les puede explicar, de forma conjunta que los dos habéis decidido separaros y el porqué (en un lenguaje sencillo y de forma tranquila, sin dramatismo), que aunque una vez os quisisteis, la relación os hacía muy infelices a ambos y creéis que viviendo separados la familia va a estar mejor.

Los niños necesitan escuchar de sus padres que aunque ya no viven juntos se siguen deseando felicidad y ambos van a seguir ocupándose de ellos, que no les va a faltar nada y que les quieren. Tener los datos sobre donde van a vivir o con quién o el saber cómo se van a organizar les tranquiliza y da seguridad. Les puede ayudar, el poder conservar rutinas en la nueva casa del progenitor con el que ya no conviven, el organizar un cuarto para ellos donde se sienta a gusto y recogido por cosas que le son familiares.


Es importante que los menores puedan disfrutar de sus dos padres. Les debemos evitar los posibles conflictos entre ambos y las luchas de poder, ya que los menores sufren y se sientes desleales por querer a un progenitor más que a otro. Ayuda mucho el establecer y mantener rutinas, limites y disciplinas iguales en ambas casas, que den una continuidad a su vida y no sentir la autoridad de uno y el "dejar hacer" del otro como una forma de manejar el cariño o conseguir cosas.

El tiempo que pasan con ambos progenitores es igual de valioso. Debemos apoyar la relación de nuestros hijos con el otro progenitor, que disfruten y se diviertan juntos, e incluso con el resto de su familia (siempre entendiendo que no son relaciones dañinas), ya que también son su familia, abuelos, tíos, primos... No permitiendo valoraciones de la situación familiar, ya que es algo que sólo compete al núcleo familiar.

Pasa más tiempo con tus hijos, exprésales el cariño constantemente, no sólo verbalmente sino también con contacto físico (abrázales, dales besos...) Eres la persona más importante de su vida y en este momento necesitan sentirse queridos y saber que estás bien y que pueden seguir apoyándose en ti. No des por hecho nada y busca tener momentos de calidad y de compartir. Habla con ellos las veces que sea necesario, incluso si observas expectativas de volver a unir a la familia, explícales de nuevo la situación, que ellos no son ni culpables ni son responsables.

Observa su conducta y se consciente si se producen cambios emocionales. Ayúdales a expresar sus sentimientos de pena, rabia o frustración. Crea un clima de confianza donde poder aceptar que es un proceso difícil para todos pero que juntos cada día vais a encontraros mejor.

 
¿Qué debemos evitar que vivan nuestros hijos?
 
Si en una familia que convive junta son los padres los que de mutuo acuerdo marcan las pautas, no debemos invertir los papeles dejándonos llevar de nuestras emociones. Los hijos no son mediadores de conflictos, ni monedas de cambio, ni mensajeros, ni trofeos, ni intermediarios, ni cobradores del frac etc... Son niños y nosotros somos los adultos, tenemos más recursos personales que ellos, por lo que colocarles en ese papel les genera numerosos conflictos internos y mucho daño emocional que no son capaces de gestionar. No debemos olvidar nunca que los padres son los que deben hablar y resolver los conflictos.
 
Del mismo modo, debemos evitar pelear con nuestra ex pareja delante de los niños y hablar mal de ella. Él/ella es el padre/madre de nuestros hijos y criticarle o dañarle, daña la autoestima de nuestros hijos en aspectos con los que se identifica.  Ellos no tienen por qué conocer datos de vuestra tormentosa relación, ni deben tomar partido, ni actuar de juez dando razón a uno u otro. Tampoco deben decidir a quien quieren más ni con quien quieren vivir.

No te refugies en tus hijos para sentirte mejor, ellos tampoco son confidentes, ni tienen esa responsabilidad ni capacidad, por lo que sólo vas a aumentar su sufrimiento. Si necesitas ayuda búscala en un adulto o un profesional. En ocasiones sentirás dolor, pero no permitas que ese dolor invada y te separe de la atención que necesitan tus hijos.


No uses a tus hijos para averiguar cosas de tu ex-pareja. Deja que sean ellos los que decidan lo que quieren o no quieren contar. Del mismo modo tampoco censures a tu hijo sobre lo que puede y no puede contar de lo que ocurre en tu casa. Tu hijo pertenece a ambos mundos y debe sentirse libre de pensar, sentir y expresar lo que necesite.

No es bueno sobreproteger ni victimizar a tus hijos, compadeciéndoles y justificándoles desde el sentimiento de culpa. No dejes de poner límites o no dejes de afrontar conflictos por él por no convertir el escaso tiempo que piensas que pasas con ellos en una "batalla". Los límites, normas y rutinas dan seguridad y deben ser cumplidas en ambas casas.


No compitas con tu ex-pareja por el amor, compañía o reconocimiento de tus hijos. Ni les uses para vengarte o hacer daño a tu ex-pareja. Ellos siempre son los que más sufren a corto, medio y largo plazo.

No les mientas, ni prometas cosas que no vas a cumplir. No dejes límites confusos por evitar conflictos. Ellos necesitan confiar y estar seguros contigo y saber que les depara el futuro.


 
Dicen los expertos que cuando no hay acuerdos y armonía en la familia, se pierde niñez o al menos la frescura y despreocupación de lo obvio. Un niño no debería tener que preocuparse de si su padre le va a llevar de vuelta a casa media hora más tarde o si su madre ha metido todo lo necesario para el fin de semana en su mochila. Ellos están atentos a nuestras reacciones y posiblemente repitan patrones en un futuro. ¿Qué modelo quiero darle a mi hijo/a? Los niños deberían ser niños y los papás siempre adultos.






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