Durante esta semana, muchas familias van a comenzar la etapa escolar de la mano de sus hij@s. Existe una tendencia creciente por parte de los colegios a realizar lo que se denomina el periodo de adaptación, y como psicóloga y madre, me parece un acierto. Pero, ¿por qué es necesario este periodo?
Comenzar el cole es un cambio importante
en la vida de nuestros hij@s. Para aquellos niños y niñas que han ido anteriormente
a la guardería, supone volver a unos horarios y rutinas ya olvidados, pero en
esta ocasión, en un entorno totalmente nuevo. Y para aquellos no escolarizados con
anterioridad, es un momento en el que se enfrentan, quizá por primera vez, a
una situación social fuera de su entorno
conocido.
Pero, el comienzo de la etapa escolar va más allá de cambiar rutinas o
lugares. Los niños y niñas también comienzan una etapa de cambios a
nivel social y emocional :
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Salen del entorno familiar en el que se encontraban
protegidos y poco a poco van adquiriendo habilidades de afrontamiento y una mayor autonomía respecto a su figura de
apego. En el colegio, su
"profe" pasa a ser un vínculo importante al que expresarán
inquietudes y necesidades.
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Comienzan a desarrollarse dentro de un entorno
social más amplio, a relacionarse con otros niños y niñas, a descubrir la diversidad del entorno que les
rodea, normas sociales, etc.
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Continúan desarrollando su identidad, ahora
también como integrantes de un nuevo grupo, su clase, en un nuevo entorno, su
"cole".
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También hoy sabemos que el aprendizaje tiene un gran componente
emocional. Un niño y una niña que están contentos y seguros en el cole, aprenderán
con más facilidad. Partiendo de este punto de vista, considero muy valioso
comprender a nuestros hijos desde la vivencia infantil de lo que supone
para ellos "ir al cole de los
mayores". A través de este post espero aclararos alguna de las muchas
dudas que tenemos como padres y madres y daros unas sencillas pautas.
¿Qué reacciones nos podemos encontrar en nuestro hij@?
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A partir de los dos años y medio de edad, suelen
aparecer los miedos, los terrores nocturnos, miedo a los extraños o angustia de
separación o abandono. Todos los papás y mamás sabemos que es una etapa
complicada. Nuestro hijo o hija al comenzar el cole se encontrará con personas desconocidas
para él, en las que tendrá que confiar y expresar necesidades (hambre, sed,
ganas de hacer pis) y eso para un niño de tres años es todo un reto, por lo que
es esperable que aparezca un periodo de sueños más agitados, angustia o miedos
que, con nuestro cariño y contención irá resolviendo poco a poco. Llegará un
momento en el que ese nuevo entorno, el tutor y los compañeros dejarán de ser
extraños y pasarán a ser un entorno familiar y seguro.
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Es posible también que aparezcan trastornos
digestivos, nervios, dolor de tripa,
dificultades en las comidas. Nuestros hijos e hijas, poco a poco se irán
acostumbrando a las nuevas rutinas, y gracias a ellas podrán anticipar cómo se
desarrolla el día a día. Se acostumbrarán a nuevos sabores, a comer en un
comedor más grande etc.
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Pueden aparecer regresiones evolutivas, es
decir, una vuelta a conductas que realizaba cuando era más pequeño. Todas las
personas cuando tenemos dificultad en enfrentar retos tendemos a volver a lugares
emocionales seguros, la llamada "zona de confort". Para los niños y
niñas esa zona de confort es volver a la etapa en la que se sentían protegidos.
Pueden aparecer balbuceos, o intentar hablar y comportarse como un bebé. Niños
que habían logrado un control de esfínteres, pueden volver a mojar la cama o la
ropa interior.
Ser
capaces como padres de comprender y respetar las actitudes y reacciones de
nuestro hijo como algo normal entendiendo su vivencia emocional es fundamental
en el acompañamiento en esta etapa.
¿Cuánto dura este periodo?
Según los expertos "El niño está adaptado cuando es capaz
de relacionarse con otros niños y expresarse emocionalmente con su tutor".
Por tanto, depende en gran medida de la personalidad de cada niño y de cada
niña, aunque por lo general durará entre uno y tres meses.
¿Qué podemos hacer como padres?
En primer lugar, debemos ser
conscientes de la gran influencia que ejercemos en nuestros hijos e hijas. En este momento
también se activan en nosotros nuestro estilo de afrontamiento, expectativas, preocupación,
temores no resueltos y ansiedad internos en relación a la separación de
nuestros hijos. Mantener una actitud calmada y abierta a experimentar juntos
este proceso de crecimiento y autonomía como algo positivo se traducirá en
tranquilidad y seguridad en el niño. Es decir, la actitud de nuestro hijo e
hija es el reflejo de nuestras emociones internas, si el niño ve que su papá o
su mamá están recelosos o asustados, o no confían en el centro... se sentirán
ansiosos e inseguros ¿Quién en su sano juicio se quedaría tranquilo en un lugar
en el que sus figuras de referencia no confían?
Respecto a esta reflexión
comparto con vosotros unas pautas
sencillas:
1.
Cuidar el lenguaje no verbal durante la
estancia en su cole.
2.
Hablar del colegio con una actitud positiva,
con seguridad y confianza.
3.
Hablar del cole algo divertido e ilusionante,
no como una liberación sobre las tareas del cuidado del niño Ejemplo: en
situaciones de enfado, expresar las que ganas tienes de que empiece ya el
colegio, o expresiones como "cuando empieces el colegio se te acabaran
estas tonterías", ... no es algo que ayude.
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En segundo lugar, retomando la
idea que el cole es un entorno nuevo y desconocido, otro de nuestros objetivos
será conocerlo, explorarlo y hacerlo familiar a través de las siguientes pautas:
4. Unas
semanas antes de comenzar podéis visitar el colegio junto a vuestro hijo o
hija (incluso en varias ocasiones), ver dónde está, cómo es, aprovechar para
contarle lo que va a hacer, dónde vas a estar tú mientras, las cosas que
haréis después juntos cuando le vayas a recoger, lo que va a aprender.
5. Hacer
participes a familiares y amigos de esta etapa, comentando junto con el niño
cómo es el cole, donde está etc.
6. Hablar
del colegio como una prolongación del hogar. Por ejemplo, poder hablar en
casa del tutor y los amigos, como si "les conociéramos de toda la vida,
o formasen parte de la familia" ayuda.
7. Una
vez comenzado el cole, es interesante establecer relaciones también fuera de
la escuela. Muchos niños acuden a los parques y columpios de los alrededores
del cole. El poder jugar con sus compañeros fuera del aula, ver que sus papas
se relacionan con otros papas de sus amigos, ayuda a crear identidad de grupo
y pertenencia y permiten al niño a
sentir el aula y a su tutor como una prolongación de su entorno familiar.
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Y en tercer lugar debemos tener en cuenta que para establecer
una rutina son necesarios al menos 21 de práctica. Comenzar el cole supone
establecer más de una rutina, no sólo para el niñ@ sino también para la familia
al completo. Unas pautas que nos pueden
ayudar al respecto serían:
8. Los primeros días ir con tiempo suficiente
para no ir con prisas ni apurados, de forma que vayamos tranquilos y
disfrutemos de la experiencia juntos.
9. El horario de verano nada tiene que ver con
el escolar. Para evitar que el niño esté cansado y ansioso por el cambio de
rutina repentino. Podemos comenzar las dos semanas antes del cole, a trabajar
por alcanzar los horarios de sueño y comida que deberá tener durante la
escolarización. Por ejemplo: podemos ir levantándole cada día 15 minutos
antes y acostándole por la noche otros 15 minutos antes, hasta alcanzar el
horario que necesitará tener. Al
comenzar a hacer esto en vacaciones, nos permite hacerlo sin prisas y con más
paciencia.
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Entender que todas esas reacciones son normales y respetar sus ritmos
en el gran reto que afronta.
Por último quiero dedicar también
un espacio de cuidado a los papás y
mamás , ya que nosotros necesitamos también un periodo de adaptación. A
veces a pesar de seguir los consejos para hacer una buena adaptación hay
momentos difíciles en los que el niño llora o se angustia y nos sentimos
inseguros y culpables por tener que hacerle afrontar una situación para la que
empezamos a dudar si está o no preparado.
En estos casos, recomiendo buscar
momentos de calma fuera de la rutina escolar en los que compartir vuestro hijo actividades como jugar, pintar,
cocinar ... en los que disfrutar de vuestro vínculo.
A veces también puede ocurrir que
el niñ@ va feliz desde el primer día y el padre o madre es el que sufre el
sentimiento de abandono. Para esos papás
y mamás, también tengo palabras de consuelo, ya que , que tu hijo sea feliz en
espacios donde no estás tú, no significa que te quiera menos, sino al
contrario, estas contribuyendo a educar a una persona segura e independiente
capaz de asumir retos con ilusión.
Que la fuerza y la ilusión nos acompañe a todos, para seguir creciendo
junto a nuestros hij@s. Un abrazo.
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