Comenzamos el cuento y sonríe pícaramente esperando el momento en que el lobo aparece en escena relamiéndose al ver a los gorditos cerditos. Pero su madre, "osease" yo, se mete mucho en el papel, y mi hija a veces pide moderación en la actuación cuando el lobo llama a la puerta con su voz ronca... Curiosamente tras bajar la intensidad de mi "estelar actuación", pide de nuevo que vuelva ese lobo con la servilleta puesta relamiéndose al pensar en los cerditos.
Pero ¿Por qué ocurre
esto? ¿Cómo algo que
le da miedo, al mismo tiempo le gusta? Citando a una gran psicóloga, Rosa Jové,
es nuestra misión como padres entender
el mundo en clave de niños. Mi hija ha encontrado una manera de ir
afrontando los miedos que por la etapa evolutiva en la que está, van apareciendo.
A medida que surge un miedo, busca la manera de familiarizarse con él, de
conocerlo para darle una dimensión que ella puede manejar.
Pero no sólo elabora sus miedos a través de los cuentos, sino
también y sobre todo jugando.
Jugamos a que ella es el cerdito y yo me la meriendo y luego al revés, ella hace
de lobo. O jugamos a que ella es el lobo y yo soy su lobito o con plastilina
hacemos la comida del lobo y montamos un supermercado al que van los cerditos,
los lobos y todos los vecinos del lugar...
Entendiendo esto, como padres, se abre un mundo de
posibilidades para acompañar a nuestros hij@s en sus procesos madurativos, ya
que nosotros como adultos podemos ayudarles a elaborar y ser modelos de afrontamiento
de los miedos que van surgiendo.
LOS
MIEDOS EVOLUTIVOS:
De 0
a 2 años
|
En
esta etapa existe un gran vinculo hacia sus figuras de apego, que le
proporcionan amor y seguridad. En esta etapa son esperables miedos a:
·
Los ruidos fuertes y /o repentinos.
·
Ansiedad de separación.
·
Personas desconocidas.
·
Altura, y sitios elevados.
|
De 2
a 6 años
|
En
esta etapa, ya aparece el juego simbólico, comienzan a imaginar, a ponerse en
el lugar del otro. Surgen miedos relacionados con el despertar de su
imaginación:
·
Los fantasmas, mounstros, "los malos" de los
cuentos.
·
La oscuridad.
·
Ir al cole.
·
Personas disfrazadas.
|
De 6
a 8 años
|
En
esta etapa los niñ@s sienten un gran interés sobre cómo funciona el mundo. Los
miedos "fantasiosos" se vuelven más realistas y aparecen:
·
Los miedos a la muerte, propia y/o ajena.
·
Los accidentes,
·
Miedo al dolor físico, los médicos.
·
A los fenómenos meteorológicos (tormentas, truenos,
rayos).
|
De 8
a 11 años
|
Entramos
en la preadolescencia y sus miedos se relacionan con la importancia que va
adquiriendo su mundo social.
·
A la muerte
·
Al abandono
·
Al fracaso
·
A las relaciones sociales
·
A las críticas
·
A la separación o al divorcio
·
A la propia imagen
·
Al rendimiento académico
|
Adolescencia
|
Se incrementan las relaciones sociales y, la
necesidad de reconocimiento por parte de los demás. En esta etapa adquieren
importancia miedos referentes a:
·
Al rechazo por su entorno
próximo.
·
Al fracaso en aspectos
particulares y generales.
|
Aunque no soy amiga de
los consejos os dejo algunas pautas que nos pueden ayudar a acompañar a
vuestros hij@s para "superar" sus miedos:
1. En primer lugar,
debemos tener presente que los miedos se heredan. Como padres, somos modelos y fuente
de inspiración constante para nuestros hijos. Esto supone que la mayor parte de
las veces tiene más peso nuestra manera de actuar que lo que decimos.
Por ejemplo, si te dan miedo los perros, posiblemente cuando
vayas por la calle y te cruces a un perro imponente, tu cuerpo se pondrá tenso,
tenderás a retirarte de su paso o incluso a cambiar de acera si puedes... Tu
hij@ aprenderá sin darse apenas cuenta de que los perros tienen algo que hace que
su papá o su mamá se tense.
Por tanto en la medida que somos conscientes y afrontamos con
naturalidad nuestros miedos, transmitiremos seguridad a nuestros hij@s.
2. Los miedos se van achicando
en la medida que les hacemos un sitio, les escuchamos y entendemos. Podemos ayudar a nuestros hijos,
animándoles a que nos hablen de su miedo, nos lo describa, lo pinten, lo jueguen...
A medida que nuestro hijo se sienta escuchado y respetado le será más fácil
expresar aquello que le asusta y preocupa y por tanto facilitará su
elaboración.
En nuestra escucha debemos evitar "ridiculizar" o
quitarle importancia... El miedo que siente un niñ@ al imaginar que el fantasma
esté debajo de la cama, (con la expansión que está viviendo su capacidad de
imaginar y simbolizar a determinadas edades) da mucho que pensar... Por tanto
evitaremos sentencias tipo... "uy... eso son tonterías, no te tiene que dar miedo..." y le
ayudaremos a expresarse y a entender su mundo.
3. Quien escribe la
historia decide el final de la historia, ¿Dónde está la presunción de
inocencia de ese lobo, ogro, fantasma o bruja? Aquello que nos es conocido y
familiar ya no da tanto miedo.
En el caso de miedos fantasiosos, podemos inventarnos finales
más acordes con una realidad más amable. El lobo por ejemplo "se tuvo que
ir al final al supermercado para comprar la merienda a sus lobitos, a los que
iba a buscar al colegio" o "el fantasma, en realidad estaba muy
aburrido porque no tenía con quien jugar e intentaba hacerse amigo del niñ@,
porque fue el único que se atrevía a acercarse..." O como hemos dicho
antes a jugar, escenificar con sus muñecos y marionetas aquello que le
preocupa.
4. Podemos ayudar a
nuestros hij@s a dimensionar aquello que le da miedo, a un tamaño más manejable
para él/ella. Los
miedos no se superan de la noche a la mañana. No lo hacemos los adultos,
imaginaros un niñ@. Es importante ayudarle a acercarse de manera progresiva,
reforzando cada intento y cada avance.
Por ejemplo, en los casos de miedos a la oscuridad, tan
presentes a estas edades, podemos jugar fuera del horario de dormir, bajando
ligeramente la persiana de la habitación y hacer sombras con una linterna haciendo
de la oscuridad un juego divertido.
5. En último lugar, pero quizá debía
haber sido el primero por su importancia,
es invitaros a tomaros las preocupaciones, los problemas, lo miedos cotidianos,
como RETOS para crecer, mejorar, superarse. En la medida que logramos
cambiar ese "chip" y afrontamos retos y no problemas, la emoción
cambia. Y que mejor manera de educar a nuestros hij@s que con nuestro ejemplo.
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