Si la ruptura de una pareja es algo ya de por sí doloroso, con niños, este proceso se torna más complejo, ya que hay un elemento común que ambas partes de la pareja continúan amando y, es más complicado aprender a separar vivencias y sentimientos de pareja de los sentimientos como familia.
La pareja se rompe, sí; Pero no la familia. Los hijos, "son para toda la vida", somos padres para siempre (sin necesidad de pasar por juzgado o vicaria) y ellos también necesitan hacer su duelo, su proceso de transición acompañados de ambos padres. En ocasiones en terapia infantil se ve reflejado en los niños ese sufrimiento. Los padres deciden finalizar y rehacen su vida, pero los niños deben acogerse a las nuevas pautas y los ritmos que marcan sus progenitores. Como adultos debemos entender que este proceso en los niños suele ser más lento ya que pierden su centro de seguridad y confort, sin llegar a entender qué ha pasado y en ocasiones sintiéndose culpables de la ruptura o manipulados como arma arrojadiza.
La pareja se rompe, sí; Pero no la familia. Los hijos, "son para toda la vida", somos padres para siempre (sin necesidad de pasar por juzgado o vicaria) y ellos también necesitan hacer su duelo, su proceso de transición acompañados de ambos padres. En ocasiones en terapia infantil se ve reflejado en los niños ese sufrimiento. Los padres deciden finalizar y rehacen su vida, pero los niños deben acogerse a las nuevas pautas y los ritmos que marcan sus progenitores. Como adultos debemos entender que este proceso en los niños suele ser más lento ya que pierden su centro de seguridad y confort, sin llegar a entender qué ha pasado y en ocasiones sintiéndose culpables de la ruptura o manipulados como arma arrojadiza.